Mi amargura es muy grande y la soledad me asusta, desde que te perdí aquella tarde, desde que te alejaste en la penumbra. Que pena se refleja en mi ser, en el alma y en el firmamento, porque tu ventana no me la has vuelto abrir y rozo mis labios en tus rejas para calmar mi tormento. Recuerdo cuando paseaba y en ella te asomabas para verme cabalgar en mi blanca yegua, tú, tan guapa me saludabas y tus ojos me hechizaban invitándome al anochecer a ir a tu vera. ¡Ay morena! porque me cerraste tu umbral, porque bajo tu embrujo ya no me esperas, si lo que te contaron descubrieras que no es verdad, si escucharas solo a mi corazón me abrirías las puertas. Y sé que bajo esa ventana otro te llama, ocultándose entre tus rojos geranios y las verdes parras, ¡Ay chiquilla! te equivocas si mi amor reemplazas porque las noches ya nunca serán de miel y con luna de plata.